En nuestra jornada espiritual, a menudo nos encontramos en encrucijadas donde el camino correcto no es evidente. San Ignacio de Loyola nos dejó un legado invaluable: el discernimiento espiritual, una herramienta poderosa para escuchar la voz de Dios en nuestra vida cotidiana. Acompáñanos en esta reflexión sobre cómo el discernimiento ignaciano puede transformar nuestra relación con Dios y con nosotros mismos.
Invocación al Espíritu Santo: Orar por las Familias en Crisis
En el corazón del discernimiento está la oración. Este mes, siguiendo las intenciones del Papa Francisco, dirigimos nuestras súplicas a las familias en crisis. “Amar es orar”, nos recuerda la Diócesis de Orlando. Oremos para que el amor y el perdón sean la base de sanación y unidad en cada hogar, acercando a todos a la presencia de Dios. Orar es una maravillosa forma de servir.
Principios y Fundamentos: Amar y Servir
San Ignacio, en sus Ejercicios Espirituales (EE 23), nos enseña que el ser humano fue creado para alabar, reverenciar y servir a Dios, encontrando en ello la plenitud de su existencia. Las cosas de este mundo son dones divinos, y nuestro deber es utilizarlas para acercarnos más a Él, sin apegarnos a ellas de manera desordenada. En este equilibrio encontramos la libertad espiritual que nos lleva a una vida más auténtica y llena de propósito.
El Arte de Discernir: Escuchar la Voz de Dios
El discernimiento espiritual es un proceso de tres pasos clave (EE 313):
1. Sentir: Prestar atención a nuestras emociones y movimientos interiores.
2. Entender: Analizar si estos movimientos provienen de Dios o del enemigo.
3. Decidir: Actuar conforme a la voluntad de Dios, guiados por la fe, la esperanza y la caridad. La decisión clave es aceptar lo que nos acerca a Él o rechazar (lanzar) lo que nos aleja.
Este proceso nos ayuda a distinguir entre las distracciones y el verdadero llamado de Dios en nuestra vida. Como dice San Agustín: “Nos has hecho para Ti, Señor, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti.”
El Examen Ignaciano: Orar con Nuestra Vida
Una de las prácticas más transformadoras de la espiritualidad ignaciana es el Examen. Este nos invita a orar con nuestra realidad para renovar en nosotros la fe, la esperanza y el amor.
✨ Invoca al Espíritu Santo y sigue estos pasos (EE 43):
1. Gratitud – Agradece los regalos de Dios en tu día.
2. Petición – Pide la gracia que más necesitas.
3. Repaso – Reflexiona sobre tu día: ¿qué te hizo sentir más cerca de Dios o qué te alejó de Dios hoy?
4. Perdón – Perdona y pide perdón con un corazón sincero.
5. Renovación – Pon el día siguiente en manos de Dios, buscando ver al mundo como Él lo ve.
🙏 Cierra con un Padre Nuestro.
Este ejercicio diario nos ayuda a vivir con mayor conciencia y gratitud, reconociendo que Dios siempre camina con nosotros.
Acompañamiento Espiritual: Un Faro en la Noche
El camino del discernimiento no es solitario. Un director espiritual puede ser un apoyo invaluable, ayudándonos a reconocer la voluntad de Dios sin imponer sus propios juicios. Como San Ignacio aconsejaba, el guía debe ser como el fiel de una balanza, permitiendo que el Creador se comunique directamente con la criatura.
Viviendo el Discernimiento en lo Cotidiano
El discernimiento ignaciano no es un conocimiento teórico, sino una práctica de vida. Nos invita a confiar en Dios en cada elección y a encontrarlo en cada circunstancia. La clave está en mantener una relación constante con Él a través de la oración, la reflexión y la acción.
Que este peregrinaje espiritual nos ayude a profundizar nuestra fe, a escuchar la voz de Dios con claridad y a vivir con un propósito renovado. Recordemos siempre: “Su gracia nos basta” (2 Cor 12).