Hoy celebramos un día muy especial: el nacimiento del Niño Dios, un evento que ilumina nuestros corazones y nos invita a renovarnos como comunidad de fe. Es un momento de reflexión personal y eclesial, centrado en la esperanza, esa puerta abierta al mundo entero. En su homilía de Nochebuena, durante la apertura de la puerta de la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco nos hizo un llamado claro: amar y vivir con compasión. Su mensaje nos provoca a desear algo mejor para nosotros mismos y para los demás.
La esperanza cristiana nos llama a ser una comunidad que imite el ejemplo de los primeros cristianos, aquellos que velaban por el bien de todos, buscando siempre la justicia social y la paz. En este tiempo de Jubileo, somos invitados a la renovación espiritual, a mirar hacia adentro y a servir, como fruto de una relación más profunda con Dios.
El perdón, la misericordia y la bondad deben abrir la puerta de nuestra alma, una puerta que nos conduce a la libertad, especialmente para aquellos que se sienten cautivos de diversas formas. Es el momento perfecto para contemplar cómo Jesús nació, vivió, murió y resucitó por cada uno de nosotros. Cristo nació para traer esperanza, y esa puerta está abierta para el perdón y la redención de todo aquel que, como María, diga: “Hágase en mí según tu palabra” (Lucas 1:38). Este es un tiempo para imitar a la Virgen, para crecer en humildad y en una mayor espiritualidad.
En su saludo navideño a la Curia de Roma,Roma, el Papa también nos recordó que la Encarnación es un acto de bendición y misericordia de Dios hacia la humanidad. Este misterio nos invita a sumergirnos en la gracia divina. El Papa nos convoca a realizar Ejercicios Espirituales, dejándonos envolver por el Espíritu Santo, para vivir en auténtica comunión.
Jesús mismo nos dijo: “Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá la puerta. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y se le abrirá la puerta al que llama” (Mateo 7:7-8). Este año, te invitamos a caminar juntos, mostrando los colores de la esperanza como buenos peregrinos. Si somos bendecidos, que podamos ser bendición para el mundo.
¡Feliz Navidad, caminantes!