Jesús Bueno, Hoy Te Alabo… ¿Y Mañana?
Hoy, Domingo de Ramos, me uno a la multitud que aclama: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!” (Jn 12:13). La alegría de la procesión, las palmas agitadas al viento y los cantos llenan el ambiente de júbilo. Sin embargo, al cerrar los ojos y meditar, me invade una profunda reflexión.
¿Cómo es posible que aquellos que hoy aclaman a Jesús, en pocos días lo nieguen, lo rechacen y lo abandonen? ¿Cómo puedo yo, que lo alabo en la mañana, olvidarlo al atardecer o incluso ofenderlo en la noche? Jesús, siendo Dios, se despojó de sí mismo y tomó forma de siervo, haciéndose obediente hasta la muerte de cruz (Fil 2:6-11). Su entrada en Jerusalén no fue solo un acto simbólico, sino el inicio de su pasión, de su entrega total por amor a nosotros.
Este contraste entre la aclamación y el rechazo me lleva a examinar mi propia fidelidad. ¿Estoy dispuesto a seguir a Jesús no solo en los momentos de gloria, sino también en el camino del sacrificio y la cruz? ¿Permanezco firme en mi fe cuando las circunstancias se tornan difíciles?
El Papa Francisco nos recuerda que Jesús experimentó el abandono “para no dejarnos rehenes de la desolación y estar a nuestro lado para siempre” . En su sufrimiento, Jesús se solidariza con todos los que se sienten solos, traicionados o abandonados. Él nos invita a tener ojos y corazón para los abandonados, para que nadie sea marginado.
En Semana Santa y cada día, renueva tu espíritu
Al comenzar esta Semana Santa, te invito a reflexionar sobre tu relación con Dios. Pide al Espíritu Santo que te ayude a conocer a Cristo más íntimamente, amarlo más intensamente y seguirlo más de cerca. Que nuestra alabanza no sea efímera, sino una expresión constante de amor y compromiso con Aquel que dio su vida por nosotros.
Recordemos que Jesús no espera nuestra perfección, sino nuestro corazón dispuesto. Él nos ama siempre y desea caminar con nosotros en cada paso de nuestra vida. Abramos la puerta de nuestro corazón y permitámosle entrar, no solo hoy, sino cada día.
Que esta Semana Santa sea un tiempo de renovación espiritual, de encuentro profundo con Jesús y de compromiso renovado con su Evangelio. ¡Sigamos siendo Peregrinos de Esperanza!
¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
3 respuestas
Qué hermosa reflexión. En mi small group del viernes hablamos justamente de ese mismo pensamiento: cómo un día aclamamos con gozo la grandeza y la gloria de Dios, pero al siguiente, con nuestras acciones, pareciera que lo olvidamos. Aun así, Él ya lo sabía en aquel momento, y lo sabe también ahora. Conoce nuestra fragilidad, pero no nos rechaza por ella. Al contrario, es en nuestra debilidad donde Su fuerza se manifiesta con mayor poder. Gracias Katia!
Gracias por un artículo que nos lleva a reflexionar lo que debe ser nuestra Semana Mayor. Ojalá la podamos vivir como la primera, como la ultima… como la unica de nuestra vida pues Jesús merece todo nuestro amor, adoración y entrega, Amén!
Gracias Katia por este artículo que nos lleva a reflexionar como vivimos nuestra Semana Santa y nuestra fidelidad a Dios. Jesús nos acompaña siempre, El está presente en los momentos de alegría y en los difíciles. Es en estos momentos de tribulación cuando nuestra fe tambalea y somos más vulnerables cuando nos tenemos que agarrar de su mano y dejarnos amar por El.